....Y soy Mamá
La madre se puede comparar a una rosa de fragante olor que cubre con sus pétalos al recién nacido. Es el símbolo de fuerza ante los conflictos y enfermedades; es la mujer graduada en la escuela de la vida en las áreas más comunes e impredecibles: cocina, medicina, psicología, relaciones humanas, ciencias de la Educación, consultora de belleza, alta costura y diseñadora entre otros.
Pero creo que es necesario que consideremos que ser mamá es un todo complejo, es la labor más bella que Dios nos ha encomendado y una gran responsabilidad, debido a la educación de nuestros hijos.
Ser mamá no es solamente curar una raspadura en la rodilla en los pequeñines y consolar el llanto causado por una pesadilla nocturna; no equivale únicamente estar presente en los cumpleaños y dar los regalos navideños y tampoco lo es, estar orgullosa por los logros escolares… ¡No!…ser mamá va más allá de todo esto.
“Prefiero verte llorar ahora, que llorar después….”
El instinto materno funciona de tal forma que nos hace” saber “lo que le sucede o necesita el pequeño sin necesidad de palabras. A medida que los hijos crecen, lo hace también este instinto, sin embargo a veces olvidamos seguir este sentir y evitamos el juicio materno.
Amar a nuestros hijos significa disciplinarlos. Disciplinar es enseñar y prepararlos para la vida. Las madres que confunden el amor con la sobre protección no aman en realidad a sus hijos. Nuestro hoy requiere de madres con carácter firme que guíe a los hijos en la batalla diaria, permitiéndoles metas claras y propósitos definidos. Hijos que valoren el esfuerzo de sus padres y se comprometan con ellos mismos.
“Soy una mala madre”
Cuando era niña, no comprendía porque mi mamá no me dejaba hacer lo que yo quisiera., a mi juicio era tan simple; llegue a pensar que mi mamá era mala y que no me quería. Siempre pendiente en decirme lo que debía y no debía hacer.
Hoy que estoy en sus zapatos sonrió cuando me acuerdo, porque he aprendido a admirar a esta mujer que ya me dejó, pero que me heredó las bases sólidas que ahora aplico en mis hijos.
¿Nos quejamos de la violencia en las calles, la drogadicción y el pandillerismo? Consideremos pues, que este fenómeno social no se da allá afuera del hogar, sino que comienza dentro de casa.
Ante la situación actual que vivimos donde la falta de valores y la violencia que abunda en las calles, nuestro rol de madre debe cobrar más fuerza para proteger a los hijos de la amenaza latente que circunda nuestra sociedad: vandalismo y drogadicción.
El practicar valores y corregir a tiempo malos hábitos de conducta, ayuda a los hijos a crecer con seguridad y autoestima, permitiéndoles aplicar juicios de valor y tomar decisiones oportunas.
¿La madre perfecta?
La generación actual, está creciendo dentro de un ámbito de avances científicos y tecnológicos. Pero a su vez con la pérdida de valores en el hogar y sociedad en general.
Las normas de conducta, el respeto a los adultos, el decir: por favor y gracias son primordiales en la educación de los niños.
No debemos confundir el ser “amigas” de nuestros hijos, con ser "cómplice de nuestros hijos". Es decir, no debemos olvidar que ante todo somos “Las madres”, nunca seremos las “amiguitas” de los hijos, ellos necesitan saber que tú llevas la batuta, que el respeto siempre debe existir. ”El que ama la disciplina, ama la sabiduría, el que aborrece la reprensión es ignorante” Prov. 12:1,
Esto no significa que no debemos crear un ambiente de confianza donde los hijos acudan ante nosotras, sin el temor de la incomprensión y el reproche; pero a si mismo, es necesario recordar que educar es permitir que los hijos aprendan a través de sus errores y sus consecuencias. La vida está llena de consecuencias, y enseñar desde pequeños las consecuencias de los actos, es educar para el mañana.
Nunca seremos las madres perfectas, porque somos seres humanos y cometemos errores, pero como actuemos ante esos errores, será el modelo a seguir de nuestros hijos.
Recuerdo una conversación con mi madre, ante una situación donde sentía que la había decepcionado. Bajando la mirada, esperaba su reproche, pero cual sería mi sorpresa cuando me dijo: Tú sabes el bien y el mal y lo que te hemos enseñado… Y me abrazo. Me dio una gran lección con pocas palabras. Los hijos tampoco seremos prefectos, pero aprendemos de nuestros errores.
“Enseñando con amor”
Amemos a nuestros hijos, cuidemos su sueño y escuchemos sus plegarias. Enseñémosles el gran amor de Dios y sus enseñanzas… “Porque el señor reprende al que ama, como el padre al hijo a quien quiere” prov.: 3:2.
“Los adultos del mañana”
Mi madre fue mi Rosa, y con ella aprecié sus espinas; a través de ella conocí el amor de Dios y el amor al prójimo. Lo que soy hoy es el resultado de su labor.
Pensemos nosotras como madres, la importancia de nuestra labor en la formación de los adultos del mañana, y seamos Rosas, pero no olvidemos las espinas.
Una vez fui hija. Hoy tengo hijos …y Soy mamá…
“Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de el” Prov. 22:6
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